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Mostrando entradas de septiembre, 2011

CLAVES DEL MUNDO REAL: TODO ES ENERGÍA

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Todo cuanto ves es energía. No hay otra cosa que energía. Eres energía. Todo cuanto ves es producto del decodificador de realidad con el que has sido dotado: la mente..., con todas sus posibilidades y todas sus limitaciones. La realidad que percibes no es mas que una ideación de esa mente. Lo que tienes frente tuya solo es tal y como lo ves en una fracción de si mismo. Pero esencialmente, de principio a fin, es energía. Y como tal es susceptible de experimentar cambios en sus diversas manifestaciones, y dentro de lo que llamamos mundo real. Tomar conciencia de esto te puede permitir generar dichos cambios. La materia está mayoritariamente constituida por grandes espacios vacíos. Esta realidad de la física del átomo viene a ser una paradoja cuántica y cuasi trascendente. Aún así, nos reconocemos como materia densa e impenetrable, como cohesionados, coherentes y físicos. Todo cuanto ves es energía. No me percibas como un ser humano. Percíbeme como energía caminante, con capacidad par

ESPEJO DE LA LUZ (RETORNANDO)

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Salvaré las distancias obedeciendo a impulsos estelares, pulsos de luz y de conciencia, instantes eternos estirados como vidas completas. Fragmentos de una realidad infinita hecha pedazos, que se me muestran de forma aparentemente ordenada, se convertirán en un fino hilo incandescente que me conducirá hasta el resplandeciente centro de Luz que a todo da vida. Hacia los espacios internos lancé las santas preguntas, las eternas interrogantes que apisonan mis días y mis noches desde hace incontables intervalos de luz de mi ancestral conciencia. Buscando la finalización del gran viaje hacia la Luz, abrazado por la dorada serpiente (la dueña del ígneo fulgor del espíritu)..., con los pequeños pasos del gigante, con la mirada perdida en lo infinito, sobre el caballo del olvido... llegaré al final sin llegar, finalizaré el viaje sin concluirlo. Es la única salida sin retorno, el único retorno sin inicio. Sigo la Luz. Me dejo guiar por el resplandor de una estrella remota, atrac

ME GUSTA ESCRIBIR POESIA

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Me gusta escribir poesía. Me saca de los confines de mi propio universo, y me convierte en todo aquello que vive en mí y no me dejo o no me atrevo a ser plenamente. Son las estrellas en mi cabeza que se liberan y adornan el cielo, y las nubes de algodón, y las alas del ruiseñor de mi espíritu que canta y vuela desbocado como el Pegaso de mis sueños. Me gusta escribir poesía, porque dejo de ser yo aún siéndolo y habito entonces en cada sensación, en cada piedra o en cada lágrima, en cada ser o en cada recuerdo. Me gusta escribir poesía, porque me escribo a mí mismo y me describo en mi propia variedad, sin sombras y multicolor. Y quizás yo sea así, luminoso arco iris en alianza con la ausencia de las sombras, que espera brotar a raudales con el espíritu que anima las palabras.

EL VIEJO DE LA MONTAÑA (EL PEREGRINO)

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Cuando el viejo de la montaña caminaba sobre sus propios pasos no desandaba el camino andado sencillamente, decía, lo andaba en una dirección diferente. Quizá por eso los que le veían marchar nunca le veían alejarse, nunca se perdía en la lejanía. En una ocasión, antes que decidiera marcharse a vivir en la soledad, compartió su camino con un peregrino que hacía el viaje de retorno a casa. Y el viejo le preguntó: “¿De verdad que estuviste en la montaña sagrada, diste tres vueltas en torno a la roca maravillosa, y después danzaste al son de la luz de la luna llena?. ¿Y ahora regresas a casa?. Si en verdad es así, y nos has visto que en todo momento llevabas tu casa contigo, ¿cómo reconocerás una montaña sagrada sin que otro te lo diga?. ¿Cómo encontrarás la roca maravillosa sobre la que hundirás tu espada?. ¿Y cuándo sabrás que has de bailar al son de la luz de la luna llena?. Cuando iniciaste el camino de ida iniciaste el camino de vuelta. Pero la verdad es que nunca te marchaste po

EL VIEJO DE LA MONTAÑA (EL HOMBRE Y EL ASNO)

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El viejo de la montaña se acomodó sobre una roca,  de esta forma podía ver a todos los congregados, y todos podían verle. Usando un tono sereno y pausado se dirigió a ellos como si los hubiera visto por primera vez, como si todo hubiera recomenzado de nuevo, como si el tiempo transcurrido y los encuentros, las preguntas y las respuestas hubieran sido barridos por el viento… En ese instante su voz se hizo una con la rota soledad del páramo, su mirada se volvió cristalina y sus pensamientos parecían brotar de lo más hondo y de lo más cercano. Y dijo: “En la certeza de todo fin está la esencia del principio. En la certeza de todo camino está el final del mismo. En la esencia de cada paso vive el alma del caminante.... ¿Cuando un hombre monta sobre su asno, quién hace el camino del hombre el mismo hombre o el asno?. Cuida tus pasos, y la forma en que los das, y lo que pisas, y el espíritu de las palabras que usas para cabalgar tus pensamientos, y los pies que te calzas para andar tu c