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Mostrando entradas de junio, 2011

NO PUEDES SER LIBRE SI NO CONOCES

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No puedes ser libre si no conoces. El hombre dormido no es libre. El hombre despierto es libre. El hombre libre es responsable. El hombre responsable es consecuente. La libertad es una consecuencia de la conciencia. Eres libre si eres consciente. La conciencia, en sí misma, implica un estado de lucidez. La mente es el velo de la conciencia. La mente y sus entresijos, te roban libertad. La libertad implica conocimiento, conciencia, responsabilidad y consecuencia. La libertad es un estado del ser.

EL VIEJO DE LA MONTAÑA: "EL HOMBRE QUE PERDIÓ LA VERDAD, EL CAMINO Y EL SENTIDO"

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En la mañana del primer día, del primer año, tras nacer al quinto sol, el viejo de la montaña paseaba tranquilamente entre la leve espesura del matorral. Encontró a un hombre buscando entre las ramas caídas, entre las piedras, y entre las hojas que recordaban los últimos días del otoño. Y le preguntó: “¿Qué buscas, mi desconocido amigo, con tanto afán, sin llevar la mirada más allá del suelo?.” El hombre le contestó: “He perdido la Verdad, y la busco desesperadamente. He perdido el camino, y lo busco desesperadamente. He perdido el sentido, y lo busco desesperadamente... ¿Acaso tu no has perdido el camino, ni la Verdad, ni el sentido?.” De inmediato, el viejo le dijo: “No busca el que encuentra. No encuentra el que busca. ¿Cómo vas a perder la Verdad que vive en ti, el camino sobre el que andas o el sentido de los pasos que das desde que posaste por vez primera los pies sobre este mundo?. No necesitas buscar lo que tienes. No puedes perder aquello que eres. Si quieres

LA HOJA CON CONCIENCIA DE ÁRBOL

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Cierto día, desde la más alta rama, desde donde casi puede tocarse a las nubes, se dijo a sí misma la hoja del chopo: “¿Qué sería de mí si no pensara como yo misma, sino como la conciencia de todas y cada una de las hojas?. ¿Qué sería de mí si, siendo hoja, tuviera conciencia de árbol?.” Estos pensamientos cambiaron su vida, su visión de las cosas y de sí misma. Por fin cambió la perspectiva desde la que miraba al mundo. Desde las ramas más alejadas a las más próximas, y al propio tronco de la vida, su forma de ver y de verse adquirió una nueva dimensión y propósito, un nuevo enfoque, una forma más amplia y mejorada de afrontar la realidad de lo que era. Ya no escuchaba igual el rumor del arroyo contra las piedras. Ni siquiera el canto del jilguero parecía el mismo, pues lo escuchaba con todo su ser. Y el viento le acariciaba por doquier en toda la amplia y minuciosa extensión de las alegres hojas al bailar a su son. Comprendió que todo sentimiento lejano a la idea de unidad era f

ALCIONE (VII)

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No hay un tiempo. Hay multitud de tiempos... Al incorporarnos a este lado del universo, tuvimos que deflactar una porción importante de nuestra propia realidad, de nuestra propia y particular dimensionalidad, para duplicarla y volcarla a este otro lado. Al ingresar en la época, en la etapa oscura, en el primer ciclo del viento de Alcione, la luz se convirtió en un problema. Su propia singularidad provocaba vórtices diagonales capaces de inferir verdaderos desvaríos espacio temporales. Por un tiempo, perdimos el control del tiempo. En el abismo, justo en el límite entre este y la concordancia plena de nuestra realidad con la realidad superior que nos supervisa, justo ahí, perdimos el control del tiempo. Y nos vimos abocados a modificar su estructura para recombinarlo con haces de luz azul. Así, el rayo protector fue creado. Un haz de luz capaz de sostener por si mismo una singularidad espacio temporal y controlarla, hacerla operativa, y replicarla hasta el infinito, hasta que esta