SIN PALABRAS

"La madre del mundo" (detalle) N. Roerich, 1874-1947. Nicholas Roerich Museum New York Foto: Miguel Angel del Puerto Hay un lenguaje que sin palabras habla, silencioso, que se expresa con destellos del alma. Salpicaduras de luz que ni siquiera los ojos perciben, que solo brotan cuando la mente calla. No que duerma sobre el lecho del más profundo sueño, ni que esté quieta y silenciosa. Como no tiene frontera que lo perturbe es difícilmente descriptible y, a cada intento, el cristal se rompe y cuesta componerlo de nuevo. Sin palabras... La gran paradoja de la Divinidad somos nosotros, nosotros en Ella buscando hablar sin palabras, decirlo todo sin palabras, sin mover los labios, sin agitar los pensamientos, sin siquiera extender las manos, sin que el brillo de los ojos musite gestos. Pero sucede. Lo vemos y lo sentimos, lo oímos sin oírlo. Lo sabemos desde nos. Y sucede. Gracias, porque me recuerdas que no debo dejarme mecer por el sueño que significa camin