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Mostrando entradas de mayo, 2015

IMAGENES

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Las imágenes atrapan momentos. Y los momentos..., espacios rodeados de emoción y cantos del alma, sentimientos que se visten de colores rosados o púrpuras, azules, amarillos o naranjas… Hasta el gris contiene momentos inaprensibles hasta entonces. Las imágenes atrapan tiempo. Lo convierten en luz de colores, en instantes precisos y certeros que  atrapados quedan para casi siempre, sujetos a un tiempo diferente y sometidos al viento de la mirada. “Rotoras” de la conciencia, del recuerdo y del ánima, trazan caminos de ida y vuelta, y templan el corazón. Ropaje del sueño y de la vida, atanores donde se gestan pequeños universos en los que lo mejor de cada instante perdura. Y se hace la magia. Y la magia se hace luz. Y la luz conciencia de un instante maravilloso que nunca se fue. Aires que recuerdos hacen presente, que pasados tornan en “ahoras", luces sin tiempo que tiempo son. Flores, brotes de la vida, jardines. Primaveras prestas a bullir como sol naciente que no

JACARANDA

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Jacaranda… Su nombre anda, diluye, construye, me hace saborear placeres del alma que como tales no lo son porque el alma no se place ni complace, sino siente no resiente. Mi alma brilla cuando la jacaranda despierta en mi fulgores violáceos, que lejos me llevan y me traen de vuelta a casa. Me roba la vista y acaricia mis atardeceres. Ilumina mis alboradas y besa mis pensamientos, los convierte en flores nacaradas de aromas dulces y lilas. Jacaranda que adornas los paisajes como si fueran creaciones imaginarias, ficción de colores imposibles en árboles posibles y en paisajes reales entre amapolas o cemento, entre mundos caminantes que humanos llamamos…, aunque descendidos del cielo. Jacaranda que entre vientos y semáforos anda, que camina de mirada en mirada y de sueño en sueño, que adorna la frialdad de lo urbano y lo hace tierno y despertador de adormecidos que caminan su camino mirando al suelo. Pero al levantar la mirada: Jacaranda que su camino anda con ángeles de carne y hueso

VOLAR

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Volar… Volar alto y en solitario, rozando las nubes, superando las cumbres, acariciando el cielo. Volar alto, tan alto, que lo grande se haga pequeño y lo lejano cercano, lo inconmensurable asequible y lo asequible trascendente. Volar… Volar tan alto y tan lejano que poder pueda regresar a casa, la de las estrellas, la luminiscente, aquella en la que soy verdaderamente. Allí donde recobraré todo recuerdo perdido y el olvido quedará olvidado. Volar… Volar hacia mis adentros a la busca del tesoro, del gran tesoro. Corazón verde, esmeralda de luz. Corazón divino que diviniza mi ser y el millar de millares de pasos que he dado, de palabras que he escrito, de sonidos que he emitido queriendo componer almas. Hacia dentro. Todo espacio recorrido, todo vuelo, es hacia dentro. Las estrellas dentro, el ocaso dentro, primavera dentro, amor de amores dentro… Solo un vuelo. Solo hay un vuelo…, y no viste de plumas las alas que lo impulsan, sino de luz iridiscente. Arcoíris que sujetan el alma y

A NEPAL

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Contenido en llanto sin canto, sin risa ni sonrisa, en lágrima expresado, en mano tendida, en polvo y lluvia, y en rugido de cien tigres que se dejan caer por las montañas. Manto y llanto, desolación vestida de tierra rota y herida. Dragón llameante que rasga el velo más abrupto y se retuerce. Contenido el clamor del miedo, y el dolor, y un millar de sonrisas borradas para siempre. Contenido lo que no puede contenerse. Compasión es el nombre de la montaña más alta (y toca el cielo). Compasión es el nombre del valle (y acaricia el alma). Compasión es el nombre de dragones de piedra que se retuercen bajo la piel del mundo, en un lugar del mundo vestido de alma que clama a la eternidad (y allí los hombres rozan la frontera de la Luz más cristalina y de la ciudad sin tiempo). La trascendencia se ha vestido de fuego en pira, de lamento, de valle desencantado, de almas caminantes que ya no caminan, de atardeceres manchados, de amaneceres rotos por horas inciertas. Clama el cielo p