AMANECERES
Sobre una piedra, sentado sobre una gran piedra amanecí de mis amaneceres, desperté de mis sueños de dormido caminante que se sueña despierto, y despierto se duerme, y en su sueño se busca, y en su despertar se encuentra. Sobre una piedra, sentado sobre una gran piedra sentí el beso del rocío sobre mi rostro, y el frío de la desnudez del alma, y el calor que todo lo impregna cuando el amor más sincero te envuelve y te susurra cantos de pajarillos que anuncian su propio despertar y su vuelo al alba, al alba del alba. Y trinos de ruiseñores que ilustran cuentos de madrugada, de grandes aves nocturnas que ven en la noche, porque la oscuridad es para ellas solo un sueño de la mente dormida que se piensa despierta y del niño que somos que creemos no serlo. Sobre una piedra, me dejé dormir y despertar sobre una gran piedra. El primer y más tenue rayo del sol de la vida acarició mi frente, besó mis párpados, y llegó a lo más profundo de mí susurrando destellos en las puertas del a