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Mostrando entradas de enero, 2013

SUEÑO CÁTARO

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La cruz de la Occitania o cruz cátara “Bajaba a caballo desde lo más alto de tan escarpada cumbre. Atrás quedaba un sueño, una quimera, y a la vez una aventura. En la búsqueda de respuestas y en la búsqueda de un camino, mis pasos me llevaron hasta tan formidable fortaleza. Allí vivían los hombres justos. Allí guardaban un secreto. Mi caballo apenas soportaba el frío, pues duros son los inviernos a este lado de las montañas, cumbres que guardan tesoros, cumbres que protegen guerreros, hombres que empuñan la espada porque la voz se hace ya insuficiente. En las noches más oscuras, cuando apenas el fuego de la hoguera deja ver las estrellas, los fantasmas de la guerra acuden a mi mente, y cruzados sin piedad cabalgan en mis sueños. Somos los hombres buenos. Construimos castillos a grandes altitudes como barcos que navegan montañas. Vivimos a ras del suelo compartiendo nuestro sudor con las gentes, sudamos su sudor y ellos sudan el nuestro. Nada esperamos pero tod

OLVIDOS

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Cuando me convierto en vehículo de lo eterno. Cuando el torrente del agua cristalina del saber se derrama ante mis ojos... ¿Estoy más cerca de ser quien fui?. ¿Estoy más cerca de ser quien soy?. Mis hermanos de la Luz, a través de la puerta esmeralda del corazón, repitiéndome quizá lo que ya sé, me ayudan a renacer de entre mis olvidos. Me ha dado la vida una ventana a través de la cual la luz de el otro lado alumbra un fragmento, aunque sea pequeño, de mi ilusorio mundo real. Un pequeño haz de luz sobre mi conciencia. Quizá si aprendiera a mirar a través de ese rayo encontraría la fuente de la luz, y mi conciencia sería parcialmente total. Pero no es difícil confundir el reflejo de la luz con la esencia de la misma. Por eso si aprendo a subir mi mirada por el rayo de esperanza que descansa sobre mi conciencia, hasta llegar a su origen, quizá me encuentre con mi propio origen y se disipen mis olvidos. ¿Quién me hizo descender por el haz

MAGONIA

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Venimos y vamos. Desde el principio, desde el principio de los principios, venimos y vamos. Y en estas idas y venidas, tantas como estrellas, usamos mil nombres adornados con mil rostros y un millar de historias. Somos fragmentos de tiempo recortados de un telar de nubes caídos desde Magonia, atrapados en la firme naturaleza de una vida que se vive a sí misma con la pesada carga de la temporalidad, del nacimiento y la muerte. Vivimos como luces desprendidas de un cielo estrellado que, al caer de las alturas y tomar tierra en un mundo de agua y rocas, se convierten en luminarias revestidas del más compacto olvido, caminando sobre la arena. Y en el olvido, fabricamos más nubes y tormentas. Magonia, ¿cuándo he de regresar?. ¿Cuándo volveré a pisar el país de los navegantes de las nubes?. ¿Cuándo atravesaré nuevamente la frontera que nos separa de aquello que ahora somos, para regresar al país de lo que somos en realidad?. Magonia, ¿cuándo acariciaré mi rostro con

EL VIEJO DE LA MONTAÑA: "MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS"

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El viejo de la montaña estaba tranquilamente sentado sobre una roca. En aquella época del año las gentes solían pasear a la atardecida, pues era cuando el sol acariciaba más que abrasar los rostros. Junto a él un joven, viejo por fuera pero joven por dentro, esperaba alguna palabra del Maestro. Este lo miró y le dijo: - “Voy a hacerte seis preguntas. Y espero siete respuestas”. El discípulo que no lo era lo miró algo desorientado, pues ni se atrevía a contradecir o corregir a su Maestro que no lo era: - “¿Seis preguntas –decía para sí- y siete respuestas?. ¿Se habrá equivocado?. ¿Encerrará un sentido?”. El viejo, que pareció adivinar tales pensamientos, le dijo, como si se tratara de un extraño acertijo: - “No me pidas explicación, porque explicación no te daré, ni te diré cómo debes pensar sin pensar, pero respuesta habrás de hayar, y hasta ese momento no hemos de hablar.... Óyeme con atención y memoriza lo que no has de olvidar: ¿Qué pesa más una man