LUCES EN LA NOCHE DEL MUNDO

¿Cuántas estrellas han descendido del cielo, noche tras noche desde que el hombre es hombre, desde que el tiempo atrapó la conciencia de los hijos de la Luz en el tiempo de las sombras?. ¿Cuántos hermanos, resplandores de conciencias despiertas, sembraron semillas de conciencias dormidas que debían despertar, y acompasaron el ritmo de su corazón con el del corazón del hombre?. Para mirar su luz, y verla, hay que cerrar los ojos y abrir el corazón. Para verla hay que Ver. Y para sentirla hay que dejar que acaricie la conciencia..., sin voz, sin sonido..., sólo con el frágil aleteo de lo que no necesita ser dicho. Para reconocerlos hay que Verlos en el corazón, y entenderlos en el espíritu que anima sus palabras, y sentirlos en las acciones que tejen sus vidas. Como sonámbulos dormidos en su propio sueño, caminamos a tientas en un mundo preso de los sin alma..., pero repleto de luces despiertas, y dormidas, luces llegadas de allende los cielos y embriagadas por sus propios olvidos.