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Mostrando entradas de abril, 2014

LA FLOR

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Nace la flor a la mañana, despierta a un nuevo día.   Y en el aroma que arrastra el viento encuentra su propio alimento, el que viste su mente de aire fresco, el que hace que la roca mute en líquido cristal que encierra luces y arcoiris, y amaneceres como destellos. El agua que discurre por torrenteras, más tardes calmas como miradas hacia dentro. Nace la flor a la mañana y cada mañana, al empezar su andadura, mira al horizonte, por donde el sol nace y se pierde, brilla y se opaca. Pero no teme al tiempo ni al dolor, no teme a la fatiga, pues dulce es la mirada. Ella sabe que vivir es sentir, y sentir es rozar lo divino. Nace la flor y vive su vida como una gesta en la que vivir es vivir despierta y morir, morir con los ojos abiertos y el alma complacida. Vive su vida y al vivirla no compite, no lucha, no hiere. Y ve las nubes, y el cielo que cubren, y hasta el suelo que pisa, con la luz de la bondad más bendita. Y las estrellas, sus estrellas, son suspiros de dragones

EL GUERRERO DE LA LUZ: A LA SOMBRA DE UN ÁRBOL

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A la sombra de un árbol teje el guerrero de la Luz su destino, su momento presente, el siguiente momento, el día de mañana, la contienda librada que no debió librar y la aún no sostenida… A la sombra de un árbol se enfrenta verdaderamente a lo que es. Es ahí donde entabla la mayor de sus batallas, frente a frente a sí mismo, en la misma orilla donde el dolor y la alegría, el llanto y el canto se definen, toman caminos diferentes o se dan la mano. A la sombra de un árbol el momento más ligero, frugal, imperceptible, se convierte en una eternidad por descubrir, en un largo camino que explorar, en una lucha donde espada y cielo se enfrentan a las pesadas nubes de los miedos y el apego. Crecí a la sombra de un árbol. A la sombra de un árbol fui concebido. Un pensamiento me hizo detener mis pasos por cielos ahora ya olvidados, por caminos que ahora vuelvo a pisar. A la sombra de un árbol aprendí a ser lo que soy. El hermano pájaro me prestó su vuelo y su cantar. La herman

GESTA

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Del cielo  desciende la ígnea espada que cada mañana blande al levantar el Sol. Pero su espada es su verso y su verso es su habla y su habla sus manos, sus ojos y el andar certero sobre este mundo en el que cielo y tierra se mezclan como arena y ola. Lucha y vive su contienda, gesta de hombres y ángeles sobre un mundo de luz y oscuridad, bajo un techo de estrellas y nubes, de soles y atardeceres, de llanto que grita lluvia, y torrenteras, de dominaciones que lucen esmeraldas prestadas a los hombres para encender corazones e iluminar mentes que buscan ser aguas calmas y tibias. Tensa la mirada y la deja ir sobre el horizonte. Sigue la silueta hasta donde la vista alcanza, su frontera, el lugar donde cielo y tierra confluyen y se confunden, donde cielo y mar se besan y se abrazan. Vehículo de la Luz que busca corazones donde florecer y quedarse, amarse amando la vida, abrazar al viento cerrando los ojos. Y desde la Luz trenza atardeceres que señalan batallas concluidas. Lu

NO TE DES LA ESPALDA

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No le des la espalda a lo que eres. Lo que eres te trasciende, vive a través tuyo, es tu ser verdadero alejado de todo sueño en el que soñar no sea vivir. Y vivir no sea amar la vida y el despertar del durmiente. No te des la espalda a ti mismo ni para ver tus alas. Están hechas de luz, como estrellas que tejen plumas luminiscentes, porque de luminiscencias están hechos los caminos que viniste a recorrer.  Pero los ves embriagados de dolores de parto, como si cada momento te abocara a un nacimiento en el que vivir significa traer a la luz con dolor. En tus pasos dados vivo Yo y en aquellos que esperan ser caricias de un camino que, labrado a llanto y risa, desean ser realizados sin pesada carga que portar. Al caminar te caminas, al besar el tiempo pesadas cadenas recaen sobre ti, al forjar tus miedos conviertes en dura roca la sutil esencia que te anima. Pero cuando te ves tal cual eres, lo que eres: ser radiante, amante de la vida, mano tendida, gozo sin sollozo, be