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Mostrando entradas de noviembre, 2016

A UNA MISMA VEZ

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  Cuántas cosas soy a una misma vez. Cuántos elementos o fragmentos, pensamientos, sentimientos, ornamentos de momentos de intentos fraudulentos (o sinceros alzamientos) ante el miedo o el talento, sin aliento, de los locos descontentos que no encuentran alimento para la psique, el pensamiento, un mundo en crecimiento (como crecen los fragmentos de cristales rotos por lobos cruentos que no aúllan, porque las oscuridades del alma les pertenece). Cuántas cosas soy, sin serlo, a una misma vez: El llanto y el canto, el tenor y la campana, el cuenco cantor y la guitarra, los dedos del pianista y el propio piano, la cuerda tensada y el artista, lo mejor de un momento y el propio momento, la luz a simple vista y el Sol radiante hacia dentro. Siendo todo no soy ello. Si no soy lo que comprendo, ni comprendo lo que soy, cómo armar un pensamiento de contento, sin lamento, sin fragmentos, ni elementos, ni ornamentos de momentos tan intensos como el viento distanciado de su propio l

SIN TIEMPO

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Es la mente la que me aleja, la que no me deja viajar no ya de mundo en mundo, sino de tiempo en tiempo. Y en el tiempo reconocer que solo he cambiado de estancia corporal, porque soy el mismo…, aunque transmigrando. Y transmigrar no es mas que una ilusión, fracción de una única existencia. Complicado explicar es lo inabarcable por una mente no sideral, humana a ras del suelo aunque roce las estrellas, pues el tiempo es el tiempo y genera distorsiones perceptivas en la mente y en la propia materia. Puesto que el universo es mente y la materia es mente a un nivel diferente. Podemos vestirlo de pasado, de presente y de futuro pero, más allá de esto, son tiempos que, adornados por líneas rectas (que son curvas), trazan elipses que se cruzan y entremezclan y, de vez en vez, crean la ilusión compartida de vivir tiempos simultáneos. Ardua labor describir instantes donde rozo lo que temporalmente me trasciende. Al margen del tiempo toda temporalidad no es descriptible, pero inclui

HACIA DÓNDE MIRO

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A dónde miramos cuando miramos al pasado. Hacia dónde miramos. No es el tiempo lo que nos separa de la obra de nuestros ancestros, ni siquiera de nuestros ancestros, pues el tiempo no es mas que un amasijo de recuerdos que volaron con el viento y la memoria se perdió con ellos. No es el tiempo lo que me separa de los antiguos constructores, de los magos, de los templos y sacerdotes, del consejo reunido en círculo bajo una bóveda que simulaba el cielo. No es el tiempo el culpable del olvido, ni siquiera el culpable de las fisuras de la vida (del rostro de la vejez) y del espacio recorrido entre tiempos. No es el tiempo el responsable pero…, ¿hacia dónde miro cuando miro al pasado?. ¿Hacia dónde miro cuando poso mis manos sobre piedras que nunca fueron vistas como piedras?. Sostenedoras del cielo,  ortostatos que sostienen las estrellas. Y el cielo construido como piedras gravitantes. Hacia dónde miro cuando mirar, y tocar, y soñar despierto con el pasado, hace presente el