LA HOJA CON CONCIENCIA DE ÁRBOL

Cierto día, desde la más alta rama, desde donde casi puede tocarse a las nubes, se dijo a sí misma la hoja del chopo:

“¿Qué sería de mí si no pensara como yo misma, sino como la conciencia de todas y cada una de las hojas?. ¿Qué sería de mí si, siendo hoja, tuviera conciencia de árbol?.”

Estos pensamientos cambiaron su vida, su visión de las cosas y de sí misma. Por fin cambió la perspectiva desde la que miraba al mundo. Desde las ramas más alejadas a las más próximas, y al propio tronco de la vida, su forma de ver y de verse adquirió una nueva dimensión y propósito, un nuevo enfoque, una forma más amplia y mejorada de afrontar la realidad de lo que era.

Ya no escuchaba igual el rumor del arroyo contra las piedras. Ni siquiera el canto del jilguero parecía el mismo, pues lo escuchaba con todo su ser. Y el viento le acariciaba por doquier en toda la amplia y minuciosa extensión de las alegres hojas al bailar a su son.

Comprendió que todo sentimiento lejano a la idea de unidad era fruto de la ignorancia y el desamor. Y vivió de una forma intensa, desde las raíces hasta las ramas, que todos somos uno; que no somos mas que un mismo ser, perdido de sí, que se busca en múltiples y desde múltiples direcciones.




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