EL GUERRERO DE LA LUZ: A LA SOMBRA DE UN ÁRBOL

A la sombra de un árbol teje el guerrero de la Luz su destino, su momento presente, el siguiente momento, el día de mañana, la contienda librada que no debió librar y la aún no sostenida…

A la sombra de un árbol se enfrenta verdaderamente a lo que es. Es ahí donde entabla la mayor de sus batallas, frente a frente a sí mismo, en la misma orilla donde el dolor y la alegría, el llanto y el canto se definen, toman caminos diferentes o se dan la mano.

A la sombra de un árbol el momento más ligero, frugal, imperceptible, se convierte en una eternidad por descubrir, en un largo camino que explorar, en una lucha donde espada y cielo se enfrentan a las pesadas nubes de los miedos y el apego.

Crecí a la sombra de un árbol. A la sombra de un árbol fui concebido. Un pensamiento me hizo detener mis pasos por cielos ahora ya olvidados, por caminos que ahora vuelvo a pisar.

A la sombra de un árbol aprendí a ser lo que soy. El hermano pájaro me prestó su vuelo y su cantar. La hermana oruga su paso lento, pero su conversión. El hermano espino me enseñó que la blanca belleza de sus flores esconden espinas, y que tanto unas como otras forman parte del existir. ¡Pero qué hermoso es el espino blanco!.

A la sombra de un árbol me dejé querer por el viento, por una fina lluvia de pensamientos de cristal, susurros de ángeles que acarician flores y verdores de campiñas.

A la sombra de un árbol me enfrenté a la muerte, la de todos los días, la que vive en el lamento y en el silencio del alma, la que ahoga los suspiros porque atenaza y roba el aire, la que roba la voz.
A la sombra de un árbol, del mismo árbol, la vencí. Y el árbol era un ciprés. 

A la sombra de un árbol, del mismo árbol, clavé mi espada en tierra para poder levantarme. Y al hacerlo, pensé: Todo cuanto tengo vive a la luz de esta sombra. Todo cuanto soy aquí está contenido. Sólo soy una sombra de lo que Es, a la sombra de un árbol que toca el cielo.










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