MONTE DE VENUS





Piel que transpira gotas de rocío. Piel amanecida que la brisa de un beso exalta.
Piel sin piel que late porque el amor late por cada poro y por cada poro se escapa el alma.

Camino sin caminar hacia el monte de Venus. Y en mi sinuoso sendero, dando pasos que no doy, el aire se escapa por mis caricias descubriendo caminos que recorrer hasta agotarlos. Caminos que me susurran “ven a mi”. Y a ellos voy.

A ti voy en cada recodo de un momento sin tiempo. A ti voy en cada  segundo en el que respirar significa vivir más intensamente.

Camino del monte de Venus mis besos son tus besos y tus caricias las mías, tu mirada mi mirada. Y tus labios la puerta que conduce a lo más próximo y a lo más lejano.

Al fundirme contigo en el abrazo completo, te fundes conmigo y en la mirada sin mirarnos nos encontramos.
En el fondo, donde el ritmo se viste de corazón, está la piel de la vida y la música de un suspiro y el brillo de una flor que se abre y se cierra porque la quiero.

Camino del monte de Venus todo camino es un camino de amor, toda flor una aventura, toda fuente la fuente de la vida, todo gozo un gozo incontenible que en el punto más sublime se deja querer para quererme, se deja tener para tenerme. Y al tenernos desaparezco, desapareces.

Cuando la nada se viste de todo acercándose hasta mi lentamente, andando el camino que la acerca desde la eternidad a mi momento más sublime: luz incontenible, dulzor en los labios, caricias de lo eterno, mar sin tiempo de las eternidades que me contemplan, amor...





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