SIETE SOMBRAS




Una noche siete sombras se juntaron para hablar y aprender. Y una dijo:

“Sabed que nosotras no existimos por nosotras, sino por unas extrañas criaturas llamadas hombres. Y que cuando ellos caminan y se detienen nosotras caminamos y nos detenemos. Y nuestros movimientos son réplicas de los suyos. Y aún más, pues dicen que a su vez ellos sólo existen gracias a una gran fuente de luz que llaman Sol, que les da la vida, de donde proviene la luz que nos ha creado.”

Otra voz, de entre las siete, replicó:

“Todo eso es hipotético, pura especulación. Nada de eso es demostrable. Nuestra vida es plena. Existimos porque existimos, fruto de una magistral casualidad. Somos libres de ir donde queramos, de caminar y detenernos según nuestro antojo.¡Una prueba!. ¡Dadme una prueba!.”

La paradoja y enseñanza de esta historia es que sabiendo como sabemos cuál es la respuesta, quién tiene y quién no tiene la razón, todos podemos extraer de forma simple la enseñanza que encierra, el sentido que busca expresar. Y ello sucede porque, a grandes rasgos y sin valorar más detalles, todos estamos en la posición cómoda de humanos conscientes que saben que se trata de una parábola. Parábola que expresa, además, una realidad que todos compartimos. Y pensamos:

“La primera sombra tiene la razón. La segunda sombra mantiene una postura equivocada que representa el sin sentido de quien quiere proclamarse en poseedor de un sentido que todo lo abarca. Y no admite nada fuera de sí misma si no lo comprende”.

Nos situamos pues de esta manera en la posición de la sombra sabia. Y además sabemos que, en esto que llamamos vida real, somos el hombre que genera la sombra. El hombre alimentado en su ser por el Gran Sol que le da la vida y por el Gran Sol que sostiene su espíritu. Pero lo cierto es que somos al Ser lo que al cuerpo la sombra y lo que ambos al Sol.

Desde nuestra posición no asumimos nuestra ignorancia, ni el camino que nos queda por andar. Y esto me hace recordar la historia que una vez escuché sobre el Viejo de la Montaña, que contaba que en cierta ocasión un joven se acercó a él y le preguntó:  “¿Maestro, qué puedo hacer para empezar a conocer?. Y el Maestro, como sabéis un hombre curtido en mil historias de este y del otro mundo, le dijo: “Comienza por descubrir tu propia ignorancia.”

La verdad es que la vida se vive desde el corazón. Desde el corazón nos vivimos. Desde el corazón nos contemplamos... Pero cuando no somos conscientes de ello, y debido a ello nos movemos por este mundo como sombras que se arrastran creyendo caminar erguidas y poseer toda verdad, lo cierto es que lejos de despertar en el sueño que significar vivir lo que hacemos es vivir en el sueño que significa no estar despierto. Y entonces vivimos sueños dentro de sueños. Y la gran elucubración de la mente se impone a la experiencia del corazón, a la realidad de experimentar el universo desde y en nosotros, y contemplarlo como algo no a ser explicado sino sencillamente vivido, sentido.

Así que para la poderosa mente que teme desaparecer si no controla, es mejor no profundizar en el misterio. Y se dice a sí misma: “Si es explicable no es trascendente. Porque si fuera trascendente no sería explicable”.

La vida espiritual, la percepción de lo que significa la vida y el universo que en nosotros se expresa, nunca estará a nuestro alcance por el intermedio de la mente. No es una cuestión intelectual, sino vivencial. Es una cuestión del corazón, es decir, de ese foco primordial y luminoso que nos conecta con todo y al que llamamos también genéricamente conciencia. Y que es la fuente que supone, cuando brilla en su máximo esplendor, la mayor expresión de aquello que definimos como equilibrio. Y la expresión más cercana al brillo del sol que somos en lo más profundo, pero también más cercano, de nosotros mismos.

Lo cierto es que nos olvidamos en exceso de la realidad de ser vasos que necesitan llenarse para vaciarse y totalidades que necesitan vaciarse para sentirse plenas.
Un gran misterio hay en la paradoja que encierran estas palabras...













Comentarios

  1. Cierto que muchos viven la vida desde el corazón, pero muchos otros no tienen corazón y usan solamente la mente,causante todas las desgracias inimaginables. Un fuerte abrazo.
    Flo

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