LA VERDAD




La Verdad es un camino que se recorre en múltiples direcciones. Todos parecen divergir, pero finalmente se encuentran, se unen, en un solo camino en el que la pregunta sigue siendo ¿cuál es la Verdad?.

La Verdad es un sendero que se abre en múltiples caminos, y cada camino completa un ciclo en el que el principio y el final se unen en un punto. Ese punto es una pregunta: ¿Qué es la Verdad?.

Finalmente, los caminos desaparecen e incluso la propia pregunta. No interesa conocer la Verdad, solo interesa vivirla. ¿Pero cómo se vive la Verdad?. La Verdad se vive Viviendo. ¿Pero cómo se vive?, podría insistir. Lo cierto es que solo se vive cuando se está Despierto. ¿Y cómo se despierta?. Entonces comenzamos a buscar la verdad del camino, el camino verdadero, al caminante si es preciso, la luz al final del camino…. Y la historia se repite. Nos damos de bruces con la búsqueda de otra verdad. Y así llegamos a la siguiente conclusión: 

Para encontrar la Verdad solo hay que pretenderla, pero para reconocerla hay que estar Despierto


¿Pero cómo despertamos?, volvemos a preguntarnos. Es aquí cuando empezamos a vivir girando en torno a la siguiente verdad: 

El sueño que significa vivir no nos permite encontrarla, sino buscarla. Porque la búsqueda de la Verdad es la que provoca el Despertar


Y así, cuando despiertas, la encuentras. La búsqueda de la Verdad te lleva incluso tan lejos como reconocer que no hay Verdad, es la No Verdad. A la luz de la misma la certeza más absoluta se cierne sobre nosotros: 

¿Si no hay Verdad o si la hay qué podemos hacer?. Es mas, ¿y qué importa?. 


Obviamente no podemos hacer nada porque, en si mismas, la No Verdad y la Verdad son lo mismo. Y, en cualquier caso, son fruto del Despertar. Mientras tanto, igual que un perro gira sobre sí mismo para morderse la cola, nosotros giramos en círculos esperando atrapar lo inalcanzable, la Verdad de Todo, siendo tan solo nosotros una parte. Así la conclusión sigue siendo la misma: 

Para encontrar la Verdad solo hay que buscarla, pero para reconocerla hay que abrir los ojos. Y abrir los ojos es una metáfora que no todos comprenden.

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