EL REY EN LA TIERRA





Caminaba calle abajo. Parecía un Rey entre mendigos. Un coronado de cresta dorada compitiendo por el espacio entre desaparecidos para Dios. Sin embargo, su deambular incierto escondía un secreto, su real realeza, su entronada señoría.

Cuando era un niño jugaba a ser pobre. Nunca supo lo que era gritar en el más absoluto silencio y acallar el murmullo de las tripas, como si el aire fuera su consuelo, su alimento, su único contento. Pero la bolsa nunca estuvo vacía. A menudo se preguntaba cómo podía tener tanto y padecer tanta necesidad a un mismo tiempo.

El Rey nunca fue Rey de sí mismo: El aire le era prestado, la luz le era prestada, la misma brisa no obedecía decretos. ¿Y entonces de qué era Rey?. Ah, reinaba sobre tierras y campesinos. Ellos le debían pleitesía. ¿Y la tierra cómo le honraba?. Al final, en el último instante de vida, todos exhalan el mismo aliento, y todos desaparecerán entre la tierra, como si tierra fueran.

Más de una vez dejó caer su mirada sobre el horizonte y se preguntó: ¿Cómo puedo ser Señor de cuanto veo, si ni tan siquiera soy capaz de abarcarlo con una sola mirada?. ¿Cómo puedo Ser señor del viento que acaricia estos terruños?.

Hubo un tiempo en el que ser Rey era ser el garante del equilibrio entre lo que sucedía en el cielo y  lo que sucedía a los hombres. Y el garante del trato justo, y de la igualdad entre el fuerte y el débil. El Rey era el Mundo. Y en el Mundo el Rey reinaba.




Comentarios

  1. verdaderamente todos somos el Rey la Reina de nuestro mudo,solo ahi podemos gobernar como tales reyes por que justamente mi reino acaba donde empieza el tuyo

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