DESTELLOS



En tu sagrada presencia yo me acuno, recuesto mis pensamientos y me dejo soñar en el sueño despierto del ensoñador que caminos hace vestido de carne y huesos.

En tus brazos mecer me dejo por el hálito sin tiempo de toda vida gestada por ti en tiempos y en espacios confinados en cuatro estaciones, en cinco elementos, en vida palpitante y resurgente de entre sus propias oscuridades y temores, de sus sombras. Emergentes cielos de luz que renacen de entre sí mismos.

Puertas de la luz, amor de flor de loto, nenúfares nacientes sobre lodazales que cobijan esperanzas y resplandores. Viajes sin viajar a los templos de la luz.

Hervor que sublima y volatiliza mis pensamientos. Destellos de amor consciente que teje despertares en corazones limpios que aprendieron que todo dolor puede quedar atrás, sumergido en la historia, si la luz cubre el alma y limpia la mente.

Camino hago desde mi valle a mi montaña primigenia. Meru que toca las estrellas y, al tocarlas, me devuelven la memoria. Y me gritan susurros sin tiempo. Y en ellos, saberes vestidos de palabras que estremecen y hacen despertar.

He vuelto. Y sin volver nunca me fui. Al regresar descansaré, desvestiré de carne y huesos el atanor de luz que me ha creado. Y al volar volaré tan alto que el cielo estará cerca. Y el hogar de estrellas que me viera partir será hogar de soles alcanzables con un beso. Entonces, todo aquello que en mi vida fue será tan solo un destello en el firmamento, fugaz estrella que suscitará un deseo.



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