RUMOR DE OLAS




Cuando se retire la ola qué quedará de la orilla.
Qué quedará de la orilla cuando la espuma deje de rugir y crepite, solo crepite, diluyéndose entre las piedras…, y la arena brille. Soles diminutos que resplandecen para ser ahogados nuevamente por mar de mares, por agua que trae y lleva pensamientos, temores y flores, locuras y corduras, sensaciones, vuelos y gaviotas, y sirenas que se debaten entre dos mundos como si de dos mundos fueran.

Qué quedará de la orilla cuando se retire la ola. Y el mar, la mar, desencadene recuerdos, miradas al pasado y miradas al futuro. Y el presente se pierda sin perderse porque la mar no dormita, aun a pesar de parecer calma y sosegada. Presente, quietud hecha tersura cristalina que refleja cielos y estrellas, nubes y atardeceres, amaneceres como rocas que se asoman a la infinitud más asequible y más lejana. El espejo donde el mundo se mira y la eternidad se contempla.

Pasos dados en la orilla entre dos mundos. En la virtud más sincera del hombre que camina su vida a tientas entre luces y penumbras, entre oscuridades y oquedades del alma. Cubículos de la conciencia  donde nos perdemos y nos encontramos…,y volvemos a perdernos y a encontrar el camino.

Flores que echan raíces en la arena. Y en la orilla amantes de nácares, de perlas custodiadas por mares legendarios. Sueños de mar y sal que son como el alma: bullir de vida silenciosa que ruidosa camina entre dos mundos y sigilosa busca el rumor de las olas, sin olas. Y el silencio más liviano y acompañante en el horizonte de la vida. 






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