MAGIA DEL VIENTO Y DE LA LUZ






Cierra los ojos y abre el alma. Acaricia la luz que prende en tu cabello, la trae el viento a lomos de recuerdos y ensoñadores despiertos. Déjate acariciar por luces traídas por suspiros del alma que viajan en torrentes de aire. No son solo palabras que buscan contener sentidos que alimenten osadías del hambre más sutil. 

Al subir a la montaña y contemplar desde la cumbre el mundo de los hombres y las almas, las que aún no levantaron el vuelo. El sueño, tu sueño, es como luces de colores que componen alas cristalinas hechas no para volar, sino para mecerse sobre la luz, sobre lágrimas de rocío que contienen amaneceres, sobre heladas que maquillan hojas secas que recobran la vida al disiparse el rostro de hielo que las cubre.

En el valle, cuando la vida te muestra sonrisas sin tiempo, frutos contenidos en hermanos de piel de madera y miradas tejidas de aromas. Entonces los caminos son como ríos de pasos dados entre la luz y la oscuridad, como caminares entres sueños reales y realidades soñadas. Como luces vestidas de hombres o mujeres que se saben caminantes en caminos de tiempo y huesos, donde la luz quedó atrapada. Como tiempos que se visten de vidas para ser vividas con los ojos abiertos.

Al mirar frente a frente al espíritu que crea las nubes, el que las viste de colores y formas, de danzas de pájaros sutiles que acompañan mi vuelo nocturno cuando me aventuro en magias vestidas de luz y me enfrento a las sombras. Llevar me dejo por vientos que acarician mil rostros y se visten de palabras teñidas de corazón. Y entonces, en todos estoy y en todo vivo.

Cuando el sueño despierto se adueña de mi y acapara sentimientos y palabras, papeles de luz bañados en sentidos y formas de energías placenteras, por sabias y precisas. Entonces, y solo entonces, conocer es un hecho. Y vivir, una historia fragmentada en sueños de luz, vestidos de mariposas surgidas del más sutil magín. 

Cuando el sueño despierto me sueña a mí mismo. Y en mí mismo descubre pasos dados en pos del sentido más profundo y más sincero. Y en mí mismo descubre vuelos dados en cielos nocturnos que esconden soles como girasoles, que siguen el curso del sol verdadero, que alimentan sueños y amamantan realidades vestidas de vidas vividas con amor. El dolor no duele y el amor expresa lo que siendo cierto no es menos contenible por ser intenso: Que la vida es sueño. Que soñar despierto es un paso dado en singular desierto, de aguas y de amores. Que vivir dormido es dormir, por cierto, cuando todo clama que morir no es cierto. 

¿Qué decir yo puedo si amo en colores?. Y en colores siento que no hay más desierto que vivir con miedo y vivir dormido, y hasta complacido por no estar despierto.

Cuando esto digo al soñar despierto: Que sueño dormido y dormido vierto verdades completas como marionetas de mis dedos, prestos a sellar secretos que no pueden serlo. Deja que te abrace en abrazo eterno, que por ti me siento un ocaso incierto. 

Al fin de mis días dejaré de hacerlo, pero habré dejado un legado cierto: palabras y sentidos, herrajes del alma para liberar al viento de su propio miedo a vivir despierto, a surcar montañas, acariciar desiertos, beber de aguas turbulentas, descansar en lechos hechos de planicies de amor dulce y salado. ¿Si vivir dormido o vivir despierto no tiene importancia, qué podrá tenerlo?.




       

Al espíritu que me da vida: Gracias










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