Gran
Todo Uno, Espíritu de la Vida, el que acuna mi sueño de ente despierto dormido
en el hombre que cree ser. ¿Cuánto tiempo habré de seguir viviendo el sueño del
dormido que despierto cree soñar su propia vida y viviendo cree dormir su
propio sueño?.
Cuando
abandoné mi casa primera, siguiendo el
trazo de luz en espiral que conduce al Sol que alumbra los días de los hombres,
dejé atrás sin dejarla mi propia historia, pues me envolvió el olvido
primigenio. Y ahora, armado con el verbo que me otorgas en mis momentos
silenciosos, recobro destellos de luces desprendidas de espacios sin tiempo,
para tejer los caminos que habremos de andar como hombres silenciosos que, al
caminar, estremecen los suelos y hacen vibrar los mares, y vibran al son de la
música de la vida.
¿Cuántos
amaneceres, cuántas puestas de sol, cuántas olas contra la fina arena he
contemplado?. ¿Cuántas miradas habré dirigido al infinito?. ¿Con cuántos ojos
he cruzado mi alma?. ¿Cuántas sonrisas he regalado?. ¿Y cuántos desencuentros
con el destino y sus caminantes habré vivido al cabo de esta vida?.
Gran
Todo Uno, Espíritu de la Vida, ¿cuándo permitirás que despierte y abra mis
brazos de luz y se conviertan en alas de arcoiris y surque los espacios
siderales al fin libre?. Y libre de temores y tenazas de un cuerpo finito pero
arrogante, de un tiempo inexistente pero del que soy cautivo. ¿Cuándo habré de
levantar el vuelo y, al volver la vista atrás, veré la Tierra azul de los
hombres que fuimos?.
Cuando me siente en la cumbre de mi montaña primigenia y
me deje acariciar por los copos de nieve que me llueven desde tu rostro dorado,
esperaré que me llames por mi nombre verdadero y disipes mis sueños de humano y
retires el velo que cubre mi templo. Y cuando me digas “abandona ese cuerpo y
regresa a casa” yo te rezaré:
Gran Todo Eterno, el sin tiempo y sin fin, el que anima
la música de las esferas y el giro de los planetas, el destello de las
estrellas y el regreso de los cometas. Te doy las gracias por verme a mi mismo
en el mar sin tiempo de los antepasados, cada vez que vuelvo mi mirada al cielo
estrellado y reconozco mi hogar, porque al verme en él me recuerdo y te siento.
Gran Todo Uno, Espíritu de la Vida, el que anima el
susurro del viento y el canto de los pájaros, el que da vida a los ríos y
espíritu a las montañas, el que anima la risa de los niños y permite que la
vida fluya desde su nacimiento hasta su aparente fin, por los días de los días
y desde que el mundo es mundo. Te doy las gracias por cada día y cada noche que
he respirado y caminado bajo tu cielo y sobre esta Tierra.
Y
cuando haga de nuevo mi camino entre los hombres, y pise sus campos, y me
pierda en los recodos del camino, y el
río de la vida se lleve mi recuerdo y lo vuelva a llevar desde la fuente a la
mar y desde la mar a la vida. Cuando el viento se lleve todo cuanto he hecho y
solo queden aromas de lo que he sido..., déjame recordarte para que mi sueño
sea despierto y mi despertar no sea un sueño. Porque regresaré vestido de
violeta, con la llama prendida en el corazón, y entonaré el canto de la vida.
Miguel Ángel, precioso, sensible como siempre y tan profundo....
ResponderEliminarFlo
Gracias. Estás ahi.
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