Cuando
reinen los justos y el cielo se tiña de azul para siempre desaparecerán las
nubes que amenazan tormenta, los ríos nunca más se teñirán de sangre y las
aguas cristalinas, torrenteras de llantos contenidos, de sollozos caudalosos
fruto del dolor y de la pena, serán vertientes caudalosas que alimentarán los
mares de sonrisas vestidas de blanca espuma.
Cuando
los justos reinen el mal dejará de serlo porque no habrá lugar para el oprobio,
ni para la gota de sangre, ni para el temor. La injusticia será una palabra,
solo una palabra, desaparecida en el túnel del tiempo.
Cuando
los justos caminen sobre el mundo el caminar del hombre no causará dolor a la
Tierra, ni el respirar de sus pulmones mancillará el aire, y lo que salga de la
boca del hombre no hará daño a otro hombre. La voz será una sembradora de Luz y
de caricias llevadas por el viento.
Cuando
reinen los justos el fuerte no someterá al débil porque todo hombre o mujer
será igual en su naturaleza y en el desarrollo de su vida; no habrán fuertes y débiles, la desigualdad será como un mal sueño tenido
en la niñez del hombre.
Cuando
reinen los justos y los hombres caminen sobre la faz del mundo y sientan el
pulso de su corazón bajo sus pies, las praderas se vestirán de primaveras y los
vientres no estarán henchidos por el hambre, la paz no será una quimera, y los
hijos del mundo serán los hijos de la vida, ya no habrá un tiempo en el que la
vida se acorte por causa ajena.
Cuando
reinen los justos la mano derecha sabrá lo que hizo la izquierda y la sombra
del árbol solo dará cobijo a la luz, a la sombra no habrá sombra.
Cuando
los hombres justos caminen por el mundo, por su mundo, será el nuestro, y no
habrá dolor, ni llanto, ni tristeza...
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