EL GUERRERO DE LA LUZ: EL CORAZÓN DEL GUERRERO

Al caminar, el guerrero de la Luz no elude las piedras del camino, pero cuida de que estas no varien el sentido de sus pasos, ni la dirección que llevan y, mucho menos, que estos se alejen del recto caminar.

Al volver la vista atrás, el guerrero de la Luz no lo hace con resentimiento. El resentimiento no existe para él, y no ve lo que podría haber sido, sino lo que ha sido.
Al ser un guerrero de la Luz, la Luz es su guía y su objetivo. Pero el guerrero de la Luz no es un ser perfecto, sino un ser que busca la perfección. Y sabe que la perfección es el equilibrio.Y en su búsqueda tejerá el momento presente. Porque sabe que todo secreto se esconde en el ahora.

Al mirarse a sí mismo, el guerrero de la Luz busca Verse, verse en lo más esencial y trascendente. Porque sabe que si Ve, Conoce. Y que, si Conoce, sus acciones serán correctas, y sólas buscarán restablecer el equilibrio.

Al oír el canto de los pájaros, el trinar de los espíritus del viento, este no le impedirá escuchar el latido de su corazón, ni entender el ritmo y la alianza entre el corazón de la naturaleza y el suyo propio. Escuchará los corazones. Y comprenderá por qué, en verdad, todos laten a un mismo tiempo.

En su soledad, al contemplar el agua que discurre entre las rocas, el guerrero de la Luz se verá a sí mismo como parte del rio de la vida, fluyendo permanentemente, tallando los filos de las piedras, convirtiendo las aristas en curvas, buscando la quietud final en el equilibrio y el flujo permanentes.

Al iniciar un nuevo dia, y por cada dia de su vida, iniciará un nuevo camino, irrepetible, único, diferente..., pero trascendente, vital, irrenunciable, renovado en sus principios y en el sentido que en sí mismo tiene, y continuidad del que dejó al otro lado del último sueño. Cada día nacerá y morira. Y en la esencia de este ciclo, entenderá que todo se traduce en Renacer, y así cada día no será otra cosa que un resurgimiento, un renacimiento, una victoria sobre la oscuridad y la muerte.

Por la noche, al ocultarse el Sol, desplegará sus alas, y abrirá sus ojos de par en par; contemplará las estrellas, y verá en ellas el hogar de los ancestros y la cuna que lo vió nacer, el lugar al que algún día, de entre los muchos días que llenan esta eternidad, regresará desnudo de cuerpo y alma, vestido solo con su Luz.









Comentarios