Una tarde un caminante de la vida se acercó decididamente al viejo de la montaña, irrumpiendo en su caminar, para preguntarle:
- Maestro, ¿cómo puedo ser consciente?.
Y el caminante recibió como respuesta el silencio.
Poco después otro, apresurando su paso, se le acercó diciendo:
- Maestro, ¿qué es ser consciente?.
Y este le contestó:
- Ser consciente es ser consciente.
Enseguida acudió un tercero. Y le dijo:
- Maestro, ¿qué es tomar conciencia?.
Respondiéndole:
- Tomar conciencia es saber.
Por último, un cuarto se acercó presuroso, preguntando:
- Sabio anciano, a veces acaricias nuestros oídos con hermosas palabras. Y ahora, sin embargo, eres parco en ellas. Y ni siquiera te detienes para responder.
Y el anciano, haciendo un alto en el camino, le miró fijamente a los ojos. Y le dijo:
- En verdad te digo que yo no hablo para vuestros oídos, sino para vuestros corazones. Y que aquél que está más cerca de mí necesita menos palabras para entenderme. Porque cada uno comprende lo que tiene. Y yo no hablo al ser que piensa, sino al ser que siente, en su propio y personal nivel de conciencia.
Y como si el viento de la vida hubiera arrastrado las hojas de sus palabras, el viejo de la montaña se alejó en el camino, desapareciendo en la distancia.
CUENTA UNA HISTORIA QUE A UN MAESTRO SE LE PRESENTA UN ANGEL Y ESTE LE DICE, PARA CONOCER EL SILENCIO NO DEBERAS OMITIR SONIDO ALGUNO Y EL MAESTRO LE CONTESTA NO SOLO HACER SILENCIO SINO TAMBIEN PROLONGARLO, EL ANGEL CON UNA SONRISA LE DA LA MANO Y LO DESPIDE PERDIENDO ASI LA OPORTUNIDAD DE CONOCER EL SILENCIO.
ResponderEliminarBonita y significativa historia, Gabriel. Gracias por compartirla.
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