POR ESOS CAMINOS DE DIOS



En algún lugar de la meseta tibetana, camino de unos glaciares, se ve mucho pero se respira poco. Quién sabe dónde estábamos en el momento que recoge la fotografía. Desde luego que en el techo del mundo y en el inicio del cielo. ¿Pero dónde?. ¿A dónde nos dirigían nuestros pasos, tan lejos como estábamos del lugar que nos vio nacer?.
¿Cómo andar un camino desconocido?.
¿Cómo no perderse entre la arena, entre las preguntas y las búsquedas, aunque sigas el curso del río y el brillo de los lagos esmeralda?.
Por esos caminos de Dios la inquietud se convierte en curiosidad, y la diferencia idiomática en comunicación entre diferentes iguales a un nivel tan solo imaginable.

Sin embargo, tienes que hacer el camino. No puedes negarte a ello. No debes negarte a ello. Pero has de elegir el camino correcto. Y el camino correcto solo se distingue viendo claro, desarrollando la mirada cristalina, la que es capaz de ver en el interior y prever el resultado.
¿Pero cuántos de nosotros ha desarrollado esa visión?. Seguramente muchos entre los que no me cuento. Por eso el camino no es mas que el resultado de la exploración de los caminos.

Si alguien te dice que el camino recto es el más corto, te lo dice alguien que tiene prisa por llegar a la meta.
Si alguien te dice que el sinuoso es mejor, te lo dice alguien que aún no dio con el camino.
En definitiva cada uno tiene su camino, lo que ocurre es que llegados a cierto nivel los caminos son iguales y las verdades que se descubren son “universales”. Y la tolerancia, el respeto, el amor a la verdad, al conocimiento, a la libertad, al prójimo, a la vida..., se convierten en argumentos comunes.

Así que hay que andar esos caminos de Dios. Pero sin creer que el camino es el fin en sí mismo.
El camino puede ser el fin en sí mismo, pero no es la finalidad. El camino es un instrumento cuya función no es otra que facilitarte llegar al final... del camino. Pero si crees que el camino es el objetivo, o que la técnica es el fin en si mismo, darás vueltas en círculos alrededor de la búsqueda quizá, incluso, creyendo que la búsqueda ha concluido. Atención, porque la búsqueda no concluye.

Una parte importante del sentido de la búsqueda está en la propia búsqueda, incluso en el camino. Pero amigo, no confundas el camino con el sentido. Ni el sentido con el final del camino.
Una piedra es una piedra. Como una roca es una roca. De la piedra a la roca y de la roca a la montaña, hay una gran diferencia. No confundas la primera con la segunda, ni la segunda con la tercera, ni a esta con la piedra.
Haz el camino. Pero no olvides que nadie camina sentado.

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